Mi almohada se convierte en maleta.
Mi equipaje son plumas
restos de alas rotas
de vuelos viejos
de sueños cortados.
La cargo cada noche
y al alba la recargo.
A veces la abro
durante el día
y tomo a puños
blancas plumas.
Las arrojo a la gente
arremeto contra los rostros
intentando que traguen
quizás alguna
que les entre por los ojos
y las narices.
Quiero que saboreen
el disgusto a sueños moribundos
que les provoque asco todo el
día
bajo sus lenguas
atorado
en sus gargantas.
Hasta que duerman
y teman llenar sus valijas
de sabor descompuesto.
Que las dejen vacías
y se conviertan en viajeros
de alas completas
de carga
ligera
de largos
sueños.
Luis Villavicencio.