"La vida, como el café: cargada y a sorbos sabrosos"

miércoles, 12 de enero de 2011

Desempolvando: Burbujas

Este es un relato breve, escrito hace ya tiempo y dedicado a Sol: una niña que creía en la magia guardada en la aparente simplicidad de hacer una burbuja.


Burbujas
A Sol.
L.E.V.R

…su aliento cruzó el arito plástico que sostenía de sus bordes la ventana de jabón, y de pronto se había creado la esfera ligera que reflejaba de manera extraña su alrededor.

- Ja, ja, ja. Viste, viste? estaba grandota!! Fue la forma en la que la voz de aquella niña traviesa siguió rompiendo el aire mientras veía caer los restos de aquella burbuja que se desplomó en el aire.

- Me toca! Y el viento que salió, un tanto más torpe, de su boca se introdujo dentro del jabón para poder ver el mundo desde dentro.

Fue así que el aliento del joven viajó empujado por el aire, haciendo círculos en el espacio, manteniendo fija también la mirada cautiva de la traviesa que sonreía divertida.

Y parece que al mundo le gusta divertirse también de vez en cuando, porque la burbuja comenzó a bajar, sin despistar ni un poco, hasta quedar en medio de los dos y pareciendo quedar inmóvil por un momento, sólo lo suficiente para que aquellos se dieran cuenta de que, a través del jabón, podía verse la risa en los ojos del otro. Jeje, ustedes saben cómo es la mente de las personas: puede proyectar tantas ideas como se le de la gana en un solo momento, y más ahora que la sonrisa los dejaba vulnerables al mundo convirtiéndoles en chiquillos. Dentro de la burbuja ya no había solamente aire, pues estaban también sus fotografías, graciosamente deformadas por la magia que puede contener una burbuja. No es la luz que cambia de dirección en el jabón, como les gusta creer a los físicos y a todos sus amigos, no.
Las burbujas fueron creadas por los magos de la antigüedad, esos que viajaban solitarios de aldea en aldea y que, viendo cómo los hombres comenzaban a crear conceptos donde encasillaban las cosas y los acontecimientos, empezaron a regar burbujas por el mundo. Eran redondas, y lo son hasta ahora por suerte, porque  a los magos les enfurecían las cosas cuadradas, porque sabían que los lugares ocultos del tiempo y el espacio sólo podían ser vistas en las esferas… por eso utilizaban esferas mágicas en sus adivinaciones y no los cubos que algún soplador de vidrio, un tanto inepto, quiso poner de moda alguna vez. También las hicieron frágiles, porque no querían mantener el aire dentro de ellas por tanto tiempo que se pudiera aburrir; y porque si las hacían resistentes, los hombres las mirarían por siempre, podrían tomarlas, olerlas, probarlas, hasta escucharlas, y pronto le encontrarían algún uso específico que las condenaría a ser otro de los objetos del mundo material, definidas por un concepto y un uso. Las imaginaron transparentes, porque los magos sólo pueden ver las esencias y esas no tienen color. Además se dieron cuenta de que, siendo transparentes, la gente podría ver la magia que contenían y, a través de ella, ver otros mundos. A nosotros nos gusta pensar que lo que vemos en las burbujas son las cosas comunes, pero deformadas; eso es porque en parte nos sentimos físicos o, por lo menos, somos amigos de alguno que nos ha contado esa mentira (¿Por qué lo harán?).

Afortunadamente, volviendo a lo que estaba pasando con aquellos dos, ellos eran un poco incrédulos y les gustaba pensar que lo que veían era magia verdadera. Nosotros sabemos que no estaban tan alejados de la verdad, y ellos pronto se dieron cuenta de esto, pues el poco tiempo que la burbuja se detuvo entre ellos fue suficiente para que vieran a sus “fotografías graciosamente deformadas” viviendo una vida propia. Pudieron ver a los que parecían sus dobles riendo a carcajadas tirados en el pasto, después los vieron correr uno tras el otro y el otro tras el uno, bailaron también por un rato y se abrazaron. ¡Plop! Cayeron los pedacitos de jabón al suelo pero, esta vez ninguno de los dos los siguió con su mirada pues, éstas se habían quedado penetradas entre sí, viéndose más adentro de lo que pudieron darse cuenta.  Parpadearon casi al mismo tiempo, sonrieron, caminaron juntos un rato, los dos pensaban si lo que acababan de ver era real, lo que vieron parecía muy divertido y debía repetirse.
            El mundo que vieron había quedado detrás, se desvaneció junto con el jabón, y la magia que iba dentro explotó, también en trozos, y calló en el pasto, en las piedras, en algún insecto sin culpa que pasaba por el lugar, pero varios fragmentos habían caído en sus ojos y sus sonrisas, ahora querían volver a ese lugar, o quizás a otro igual de divertido. Mientras se alejaban del lugar todo parecía quedar idéntico a como estaba pero, casi silencioso en la bolsa del pantalón de la traviesa (que algo tenía de maga), se agitaba el botecito con jabón que seguramente los llevaría de nuevo al lugar del baile y los abrazos.


Aquí les dejo su blog: http://www.perdiendomuchotiempo.blogspot.com/

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